Cómo tomar una decisión de la manera más óptima

Recuerdo perfectamente aquel momento en que recibí los resultados de las primeras pruebas de embarazo con mi primer hijo.

Hace ya 14 años pero no olvido aquellas palabras que dijeron "el cribado de cromosomas ha salido positivo". Yo, en aquel momento no entendía nada de aquello. Mi cara debió de ser un poema y lo siguiente que me dijeron es que tenía altas probabilidades de que mi hijo saliera con alguna malformación cromosómica del tipo síndrome de down.

En la misma consulta me dijeron que me llamarían para darme la cita para la amniocentesis, palabra que tampoco conocía.

Me fui a casa echa pedazos. Si en aquel momento hubiese tenido a mi lado a una doula todo hubiese sido diferente.

Transcurrieron tres o cuatro días hasta que recibí esa llamada.  No sé por qué dispositivo interno que desde entonces sé que hay en mi, no me conformé con seguir el protocolo de una cita para una amniocentesis que confirmaría o descartaría si efectivamente mi bebé padecía alguna alteración.

Así que en esos tres días de sin vivir busqué información sobre qué me harían en esa prueba y reflexioné sobre el porqué y el para qué.

Tener esa información me ayudó a tomar una decisión sobre mi acción. Una acción que me dejó en paz y tranquila porque ya no actuaba desde el desconocimiento que antes tenía o el miedo que se desataba en mi ante lo desconocido.

Desgraciadamente en los hospitales nos encontramos con pocos profesionales que tengan tiempo para explicarte de que se trata el protocolo por el que ofrecen pasar, si hay alternativas a lo que ofrecen y mucho menos de mirarte a los ojos y comprender por lo que estás pasando.

En momentos así, no hay mamá que no necesite saber y que tengan en cuenta sus decisiones con cariño y respeto.

Yo decidí anular mi cita con la amniocentesis y me cayó una regañina de incomprensión por mi decisión. ¡Qué cosas!¿no? Es como si negarte a algo de lo que te proponen sea negar el saber del profesional. No tiene nada que ver. No es algo personal hacia el sanitario, es algo personal de la mamá, el bebé y su familia.

Es de agradecer que los avances tecnológicos estén ahí, al alcance de todas si nos hace falta y si así lo decidimos. Simplemente sobra el abuso de poder a través del miedo o de la ausencia de información veraz y detallada.

No son obligatorias las pruebas ni el protocolo. Todo se puede pensar y decidir con calma según necesitemos y nos convenga. No hay prisa para las cosas del embarazo.

Son tres cosas las que hoy quiero que retengas. Ante cualquier prueba a la que te propongan someterte esto es lo que has de preguntar:

- Conoce la prueba que te están proponiendo. ¿Para qué es o que mide o que pretende? ¿Cómo se lleva a cabo, que te van a hacer a ti y a tu bebé? Siente interiormente que te quedas satisfecha con la respuesta.

- Pregunta siempre si hay una alternativa para conocer o medir aquello que desean. Alguna forma de hacerlo más natural o menos invasivo.

- Y por último, toma una decisión. Tómate el tiempo que necesites. Ahora ya tienes la información y seguro que tu decisión será la acertada para ti y tu bebé. Toma la decisión que te deje más tranquila y habrás acertado. Pero no te dejes intimidar, porque te aseguro que lo van a intentar, y desconozco porque lo hacen.

Si no te sientes cómoda en tu hospital o centro de salud para preguntar o la respuesta no es convincente para ti, busca quien sepa informarte con amor, que tenga buena información o al menos, sepa como acceder a ella.

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