¿Reir o llorar?

Bueno, siempre podemos pensar que esto no pasa en España o en nuestra ciudad, o en nuestro pueblo...
Quizás algún mecanismo de defensa nos haga decir, bueno esto está exagerando...
Pero ¿sabeis qué?
Yo he vivido esa tremenda consulta en la que se han reido de mi mientras expresaba mis deseos... no sé, quizás cada una pueda verse reflejada en algún momento o quizás no, pero suceder sucede.

Las circunstancias de tu nacimiento son tu guión


Víctor-M-Amela entrevista a Maria Luisa Becerra, renacedora, para La Contra de La Vanguardia, 28-2-2011:

Memoria biológica

Esta señora ha nacido dos veces: una cuando la parieron, otra cuando se parió.

Dice que protagonizó una sesión de rebirthing (renacimiento) que la retrotrajo a la memoria biológica de su propio nacimiento, y que recuperar esa información primordial la ayudó a mejorar su vida. Dicha técnica de "renacimiento" pasa por unos ejercicios respiratorios capaces -dice- de reactivar antiguas memorias emocionales empaquetadas en tu sistema cerebroespinal. Así puedes rastrear pautas que imprimió en tu personalidad el lance de tu nacimiento: Becerra (www.marialuisabecerra.com/) anuncia que puedes modificar tales pautas si tomas conciencia de ellas. Ella asegura haberlo experimentado.

Tengo la edad de mi joven corazón. Nací en Barcelona y vivo en Cardedeu. Soy renacedora y terapeuta de constelaciones familiares sistémicas. Tengo seis hijos (de 47 a 33 años) y cinco nietos. ¿Política? Soy libre. ¿Creencias? Soy libre. ¿Afición? Las artes. Reviví mi nacimiento.

Nacer o no nacer: ¿esa es la cuestión?

¡Desde luego! ¡Shakespeare! Quizá un día merezcamos no nacer…

Entre tanto, nacemos.

Recibamos, pues, al que nace, del modo más amoroso y consciente posible.

¿A qué se refiere?

A que padre y madre lo deseen desde su concepción, que lo amen durante la gestación –venga niño o niña-, que acojan sin posesividad a ese bebé que les ha elegido, que lo arrullen sin que nadie se lo lleve aparte…

Perdón: ¿el bebé elige a sus padres?

Míralo así, es bonito: todo bebé nace por algo. Y las circunstancias de su nacimiento serán el guión de la película de su vida…

¿Qué circunstancias?

Tu parto imprimió en ti una huella profunda: ¡guardas memoria celular de ese lance!

¿Sí? Pues yo no recuerdo nada…

Pues lo viviste, y eso modeló aspectos de tu identidad, de tu personalidad.

¿Qué aspectos?

Tiene que ver con ser más o menos luchador o apático, más lanzado o inseguro, rabioso, tímido, seductor, o negarte el éxito…

¿En qué se basa para afirmar esto?

Lo he experimentado yo misma.

¿Cómo?

Reviví mi nacimiento: recuperé memoria de lo sucedido…, ¡y eso me ha llevado a mejorar! Y hoy ayudo a otros a hacer lo mismo: esa experiencia te permite entenderte y, así, superar bloqueos que te mortifican…

¿Qué experimentó usted?

Yo había asistido como doula (comadrona coach) en tres mil partos…, y en cada parto intuía que había algo más de lo que veía… Y en un congreso de ginecología y obstetricia, conocí a Leonard Orr…

¿Quién?

El creador del rebirthing (renacimiento), técnica de respiración circular consciente que te permite reconectar con tu memoria perinatal: afloran memorias atascadas. Quedé en posición fetal, sentí grandes dolores… hasta que un grito brotó de mis entrañas…

¿Nacía?

¡Lo reviví, sí! Y fue así como entendí que el dolor de cabeza que yo sentía cada vez que asistía a un parto… ¡era recuerdo del dolor de los fórceps con que me extrajeron a mí!

¿Ha contrastado eso?

Mi madre me lo ha confirmado. Y en mi renacimiento visualicé unas llamas…, y luego mi madre me ha explicado que, por un apagón, nací a la luz de muchas velas. ¡Hay que ver hasta dónde llega nuestra memoria!

¿Hasta dónde?

A rememorar el frío que sentiste al nacer, los dolores, que papá no estaba, los abusos…

¿Qué abusos?

Lo es una cesárea injustificada: extraído, a ese bebé le han robado su nacimiento, ¡no ha podido ni nacer! ¡Qué impotencia sentirá en su vida! Padecerá de falta de vitalidad.

¿Por qué?

Porque estará sintiendo que vivir implica dañar a alguien a quien ama (su madre).

¿No es esto demasiado determinista?

Se trata de un guión general, tamizado en cada caso por otras circunstancias… Si te haces consciente de esto, puedes aceptarlo, amarlo ¡y transformarlo desde la consciencia! Las memorias, pues, pueden sanarse.

¿Qué guión tengo si nací con anestesia?

En momentos públicos cruciales, los sentirás como un sueño, no vivirás vívidamente.

¿Qué guión tengo si nací con fórceps?

“La ayuda hace daño”: te costará dejarte ayudar, serás muy autosuficiente…, con enorme desgaste. Y en momentos de tensión, te dolerá la cabeza.

¿Y si nací de nalgas o de pie?

“Voy siempre al revés, no encajo”, sentirás. Ysi lo primero que mostraste son tus genitales, sentirás rechazo hacia tu sexualidad.

¿Y con el cordón umbilical alrededor del cuello?

“Para vivir, debo luchar”: te meterás en mil enredos, pues identificarás vida con lucha. Y eso también desgasta mucho…

¿Y el bebé que empieza a nacer y le obligan a esperar unos minutos?

Pasó con uno de mis hijos… y siempre que está a punto de algún logro, ¡se frena!

Suena a chiste…

No lo es. Los nacidos de parto inducido esperan siempre a que alguien les empuje o induzca para actuar.

¿Y los bebés prematuros?

Tenderán a querer resolver las cosas apresuradamente.

¿Y el bebé tardío?

Algo le decía que las cosas afuera no estaban finas, que mejor esperar… Tenderá a gustarle la noche, y la cama será su espacio al que se llevará libros, ordenador…

¿Y los de sexo no deseado?

Anhelarán ser amados por su sexo, incurriendo en relaciones insatisfactorias. Erróneo camino: no lograrán ser amados.

Relate algún caso curioso

…Una parejita estaba muy preocupada por no haber completado la mudanza de su piso nuevo… Tanto, que el feto se puso de culo. Les relajé, comprendieron que no importaba que su hijo naciese entre cajas… ¡y entonces el bebé se recolocó!

¿Qué consejo daría usted a toda madre gestante?

Canta mucho, comunícate afectivamente con el feto, huye del estrés… Y, sobre todo, vive un ritual de renacimiento: aprenderás a trascender los dolores de tu vida, y así darás a tu hijo lo mejor ti mismo.

Crisis en la lactancia

El título está puesto para entendernos porque en realidad la lactancia no sufre ninguna crisis, se trata en todo caso de una crisis de crecimiento en nuestro bebé.
Muestro aquí las más comunes teniendo en cuenta que no todos los bebés pasan por ellas.
Pero si estás pensando que tu leche ya no llena a tu hij@ estaría bien que te dieras una vuelta por el texto para ver si es una crisis de crecimiento de tu hij@ y quedarte tranquila.



CRISIS DE CRECIMIENTO


Se producen por dos causas:

1. Necesidad de aumentar la cantidad de leche para poder crecer.

2. Maduración del niño.

Las crisis hacen dudar a la madre de su capacidad para amamantar.


CRISIS ENTRE LOS 15-17 DÍAS

- Franjas amplias, también hay niños que la empiezan entre los 12 y 20 días, pero la mayoría es a los 15-17 días.

- El bebé necesita más leche, tiene que aumentar la producción. En estos días va a recibir la mayor cantidad de leche en toda su lactancia, en torno a 1’5 litro al día.

- Mama de manera constante.

- Dura 3-4 días: en 3-4 días ha aumentado la producción y la crisis está resuelta.


CRISIS DE LAS 6-7 SEMANAS (los 40 días de vida del bebé)

- Hay un cambio de composición de la leche que hace que momentáneamente esté más salada.

- El bebé se muestra molesto por eses cambio de composición y tiene un patrón de conducta bastante habitual: empieza a succionar e inmediatamente se pone tenso, arquea la espalda, tensa las piernas, tira del pezón…

- Se resuelve en 1 SEMANA, como mucho en dos. (Si la madre sabe lo que pasa se muestra tranquila y no introduce un biberón).

La composición se normaliza.


CRISIS DE LOS 3 MESES

- Es la más conocida.

-Hay muchos cambios en la madre y el bebé. Hay cambio en la maduración del bebé.

-Es la crisis que más abandonos registra porque las madres lo ven como un auténtico rechazo, como una falta de leche. Por qué: los bebés en este momento saben mamar muy bien, maman muy rápido. En 2,3, 4, 5 minutos a lo máximo pueden vaciar el pecho. Cuando la madre intenta volver a ofrecer, el niño rechaza, está inquieto, protesta… y la madre lo vive como un rechazo directo.

- El bebé empieza a tener más conexiones neuronales y empieza a ver más allá de la cara y el pecho de mamá y se distrae muy fácilmente. Se desengancha continuamente, mira a su madre, sonríe… El bebé hace un parón en el crecimiento, que la madre vive como que el bebé se queda con hambre, pero no es así.

- A los 3 meses sólo maman bien cuando están dormidos o adormilados. Si no hay ningún estímulo que lo distraiga, mama perfectamente.

- Es una crisis bastante desesperante porque es bastante larga. Puede durar un mes o mes y medio. El bebé tarda un mes o mes y medio en aprender que su madre produce leche cuando él la pide. Hasta la fecha la madre fábrica leche de forma constante, cada vez que el bebé se coloca encuentra leche. Pero a partir de los 3 meses fabrica en el momento que la pide. El bebé tarda un mes en acostumbrarse a este cambio, aprende en ese mes, mes y medio a esperar la subida de leche.

-Hay niños varones que la pueden sufrir a partir de los 4 meses. Es lo mismo pero a los 4 meses.


CRISIS DE LOS 6 MESES

- No ocurre en todos los bebés.

-Al introducir la Alimentación Complementaria (AC), algunos sienten pasión por la AC. Tiene pocas ganas de mamar. Entonces la madre le intenta dar, y el bebé se niega, se enfada. Y cuando la madre forcejea intentando que tome, el bebé puede morder.

- Casi no maman, se enfadan.

- Se enfadan y muerden el pecho. Como puede que ya tengan dientes, pueden causar traumatismos.

- El problema de esta crisis es que las madres suelen malinterpretarlo: interpretan que rechaza el pecho porque ya no le hace falta. Un niño de esta edad aún necesita un gran aporte de leche. Hay que tener paciencia, y esperar a que se le pase la pasión por la AC y recupere el interés por mamar. No se trata de perseguir al bebé con la teta fuera todo el día, sino de intentar favorecer el contacto físico, que el bebé vea el pecho como una opción pero no como una obligación.


CRISIS DE LOS 8-9 MESES

- No pasa en todos los bebés.

- Se puede manifestar de manera totalmente opuestas:

1. Hay bebés que prefieren gatear, experimentar, tocar… antes de mamar y cuando la madre ofrece el pecho se enfadan, lloran, no quieren de ninguna manera, se sienten aprisionados delante del pecho y quieren huira hacer otras cosas.

- Más que el pecho lo que rechazan es la postura. Prefieren hacer otras cosas, entonces darle pecho de pie es más efectivo, ya no les gusta tanto la posición de cuna.

- Pueden morder el pecho con insistencia.

- Dormidos o medio dormidos maman bien. Sólo rechazan el pecho cuando hay acción.

- En una minoría de bebés puede producirse el destete porque la madre interprete mal.

2. Y hay otro tipo de bebés que les pasa lo contrario, que a partir de los 8 meses se produce la angustia de la separación, y muchos bebés maman muchísimo, empiezan a hacer chupitos constantes de pecho para impedir que su madre desaparezca pues tienen la sensación de que va a desaparecer en cualquier momento.


CRISIS DEL AÑO

- Al año sólo maman. No comen.

- Los que comían AC dejan de comer y sólo maman, y los que no comían, siguen queriendo sólo mamar.

- Esto es debido a que al año dejan de crecer durante un período de 6 meses aproximadamente, y sólo con la energía y las calorías aportadas por el pecho y lo poquito de AC que tomen tiene suficiente.


CRISIS DE LOS DOS AÑOS

- A los dos años parecen recién nacidos.

- Están en los terribles dos años, es una etapa complicada, y la manera de reencontrarse con su madre es el pecho. A través del pecho se consuelan y pasan una etapa de altísima demanda, vuelven a ser bebés recién nacidos, muy demandantes y muchas madres que han superado todos los anteriores brotes/crisis de crecimiento viven los dos años como una auténtica angustia. Una vez pasado este gran bache la lactancia se vuelve muy fácil.
Es la última crisis.



En el Día Internacional de la No Violencia hacia las Mujeres

El nacimiento y los orígenes de la violencia

por Michel Odent


Las ciencias biológicas de los años 90 nos enseñan que es la primera hora que sigue al nacimiento la que conforma todo un período crítico en nuestro desarrollo de la capacidad de amar.



Cuando acudimos a la biografía de grandes figuras de la humanidad que comúnmente asociamos con el amor, como pueden ser Venus, Buda y Jesús, se nos presenta la manera en que tuvo lugar su nacimiento como una fase muy importante, como un momento crítico en el desarrollo de sus historias vitales. Por contra, la biografía de personajes famosos, políticos, escritores, artistas, científicos, gente del mundo de los negocios y sacerdotes suele comenzar describiendo detalles de la infancia y educación. ¿Podría indicar esta notable diferencia entre ellos que el nacimiento es un momento crucial en el desarrollo de nuestra capacidad de amar?

Las ciencias biológicas de los años 90 nos enseñan que es la primera hora que sigue al nacimiento la que conforma todo un período crítico en nuestro desarrollo de la capacidad de amar. Durante el proceso del nacimiento, segregamos una serie de hormonas que permanecen en los sistemas corporales tanto de la madre como del bebé justo después del nacimiento. Ambos, la madre y el bebé, se encuentran entonces en un equilibrio hormonal cuya duración tiene una naturaleza vital corta y que, además, no volverá a presentarse en el futuro. Si consideramos las funciones de estas hormonas y el tiempo que tardan en ser eliminadas por parte de nuestro organismo, entenderemos entonces que cada una de estas diferentes hormonas cumple exclusivamente un papel igualmente diferenciado en la interacción madre-bebé.

Son estas mismas hormonas las que funcionan en cualquiera de los aspectos relacionados con lo que conocemos como amor. Datos recientes que van aportando diferentes ramas de la literatura científica vienen a presentar, en esta línea, una nueva visión de la sexualidad. Existe una hormona del amor al igual que también contamos con un sistema de recompensa que opera cada vez que, como animales sexuales que somos, hacemos algo que es necesario para la supervivencia de la especie.

«La primera hora que sigue al nacimiento conforma todo un período crítico en nuestro desarrollo de la capacidad de amar»

La oxitocina se encuentra en medio de cualquier aspecto relacionado con el amor. Primeramente es secretada por una primitiva estructura de nuestro cerebro llamada hipotálamo; posteriormente pasa a la glándula pituitaria posterior desde donde, bajo circunstancias específicas, es liberada repentinamente en el torrente sanguíneo. Hasta hace bien poco, venía sosteniéndose que la oxitocina era un tipo de hormona característica del sexo femenino cuyo único papel consistía en estimular las contracciones uterinas durante el trabajo de parto y el parto, así como las contracciones del pecho durante la lactancia. Hoy se sabe que la oxitocina es una hormona tanto femenina como masculina y que se encuentra presente en diferentes aspectos de la vida sexual.

Hace muy poco que ha salido a la luz la función de la oxitocina durante la excitación sexual y el orgasmo. Esto, tras innumerables experimentos con oxitocina en ratas y otros animales de laboratorio. Por ejemplo, cuando se inyecta la oxitócica a aves domésticas de corral y palomas, la mayoría, un minuto después de la inyección, empieza a moverse a ritmo de vals, a agarrarse unos a otros por las crestas y a montarse. Hace ya décadas que viene utilizándose la oxitocina con animales en cautividad con fines relacionales. Es ahora cuando contamos con estudios científicos que muestran los niveles de oxitócica durante el orgasmo en los humanos. El equipo [de investigación] de Mary Carmichael de la Universidad de Stanford en California ha publicado un estudio en el que se tomaron medidas de los niveles de oxitocina entre hombres y mujeres durante la masturbación y orgasmo. Estas mediciones se realizaron por medio de muestras de sangre recogidas continuamente a través de un catéter fijo en vena (1). Los niveles obtenidos antes del orgasmo, durante la estimulación, resultaron ser superiores entre las mujeres que entre los hombres. Ciertamente, ya eran superiores durante la segunda fase del ciclo menstrual en comparación con la primera fase. También las mujeres presentaban niveles significativamente superiores que los hombres durante el orgasmo; de la misma forma, las mujeres multiorgásmicas obtenían un pico más elevado durante el segundo orgasmo. En el orgasmo masculino, la oxitocina ayuda a inducir las contracciones de la próstata y las bolsas seminales. El efecto inmediato que conlleva la liberación de oxitocina durante el orgasmo femenino es el de inducir el tipo de contracciones uterinas que ayudan a transportar el esperma hacia el óvulo. Existen datos de estos hechos datados ya en 1961 aportados por dos médicos americanos y obtenidos durante una operación ginecológica. Ocurrió cuando, antes de realizar la incisión abdominal, fueron introducidas partículas de carbono en la vagina de la mujer, cerca del cérvix, a la vez que le era administrada una inyección de oxitocina. Luego, encontraron partículas de carbono en las trompas de Falopio (2).

«La oxitocina es una hormona tanto femenina como masculina y se encuentra presente en diferentes aspectos de la vida sexual»

Margaret Mead, tal y como han hecho muchos antropólogos, se percató de que, en muchas sociedades, el papel del orgasmo femenino había sido totalmente ignorado, considerando que no cumplía función biológica alguna (3). En el mismo estadio de desarrollo de las ciencias biológicas, Wilhelm Reich fue incapaz de relatar cuál era exactamente el papel del orgasmo femenino (4). Hoy en día, con los datos de los que disponemos, podemos mostrar una visión completamente nueva del orgasmo femenino.

Sabemos que cierto nivel de oxitocina es necesario durante el proceso del nacimiento, y los obstetras han venido siendo conscientes de ello desde hace bastante tiempo. Sin embargo, no es hasta la actualidad cuando nos interesamos por la cantidad de oxitocina que es liberada justo después de que el bebé ha nacido. La importancia de este pico es especialmente relevante cuando lo ligamos a nuestro reciente conocimiento de que la oxitocina puede inducir a la conducta maternal. Cuando la inyectamos en el cerebro de una rata virgen o una rata macho, se vuelve maternal y comienza a cuidar a los cachorros. En el caso opuesto, si inyectamos un antagonista de la oxitocina directamente en el cerebro de las madres ratas justo después del parto, no prodigan una gran atención a sus crías. Puede decirse que uno de los mayores picos de secreción de la hormona del amor que acontece en la vida de una mujer se da justamente tras el nacimiento, siempre y cuando éste transcurra sin que medien hormonas de sustitución administradas a la madre durante el parto. Parece que el feto también libera oxitocina, lo cual contribuye al comienzo del trabajo de parto a la vez que puede configurar la propia capacidad del bebé para liberar la hormona del amor.

«La oxitocina está presente en la leche humana; es decir, el bebé que es amamantado absorbe cierta cantidad de la hormona del amor a través del tracto digestivo».

En este mismo sentido, estamos en estos momentos conociendo más acerca del papel de la oxitocina en la lactancia. Se ha comprobado el hecho de que cuando una madre oye una señal de su bebé con hambre, se produce un aumento en los niveles de oxitocina, por lo que podemos establecer un paralelismo entre la excitación sexual que comienza antes de que exista cualquier tipo de contacto físico. Tenemos entonces niveles igualmente elevados de oxitocina liberados por una madre en el momento en el que el bebé mama que durante un orgasmo, lo que constituye otro paralelismo entre estas dos situaciones en la vida sexual. Aún más, la oxitocina se encuentra presente en la leche humana. Dicho de otro modo, el bebé que es amamantado absorbe cierta cantidad de la hormona del amor a través del tracto digestivo. Y cuando nos encontramos compartiendo una comida con más personas, también incrementamos nuestros niveles de oxitocina. La única conclusión posible es que la oxitocina es una hormona altruista, una hormona del amor.

Así, cualquier episodio de la vida sexual se caracteriza por la liberación de una hormona altruista, y esto también se refiere a la liberación de sustancias morfina-like. Este tipo de endomorfinas actúan como hormonas del placer y como analgésicos naturales. Durante el acto sexual se liberan niveles altos de endomorfinas, por lo que para la personas que padecen de migraña, las relaciones sexuales se convierten en un remedio natural contra ese dolor de cabeza. Existe al respecto mucha documentación acerca del uso por parte del organismo de estas sustancias en diferentes tipos de animales.

«En las sociedades en las que la sexualidad genital está muy reprimida, las mujeres tienen una menor probabilidad de tener partos más fáciles, y a la inversa, la rutina hipercontroladora del proceso del nacimiento probablemente influye en otros aspectos de nuestra vida sexual»

Pongamos como ejemplo el caso de lo hámster y las betaendorfinas, cuyos niveles en sangre aumentaron en 86 veces en ejemplares machos después de la quinta eyaculación en comparación con los animales del grupo de control. En esta misma línea se han realizado estudios en humanos que profundizan en el papel de la liberación en sangre de endorfinas durante el trabajo de parto y el parto. Como consecuencia de estos nuevos estudios, ha salido a la luz el tema del dolor y si éste es psicológico o resultado de condicionamientos culturales, asunto que ha formado parte del debate con argumentos que podemos situar en hace 40 años. Hoy por hoy damos por aceptado el concepto de dolor psicológico, aunque también existe un sistema de compensación cuya finalidad es regular el uso de sustancias opiáceas naturales por parte del organismo humano. Ése es sólo el comienzo de una larga serie de reacciones.

Por ejemplo, las betaendorfinas liberan prolactina, una hormona que le da el toque final a la maduración de los pulmones del bebé y que es igualmente necesaria para la secreción de la leche materna. También la oxitocina ayuda en este caso a la subida de la leche.

Este aparentemente simple hecho de liberación de endorfinas durante el proceso del nacimiento nos dice que en los 90 no podemos ya separar el estudio del dolor del estudio del placer, dado que el sistema que nos protege del dolor es el mismo que nos produce el placer. Durante el parto y nacimiento, el bebé libera sus propias endorfinas, de lo que se deduce que, en la hora siguiente al nacimiento, tenemos a una madre y a un bebé impregnados de opiáceos. Es entonces cuando se establece esa relación de apego o vínculo, ya que los opiáceos crean un estado de dependencia. De igual manera, cuando los individuos de una pareja sexual se encuentran uno junto al otro e impregnados de opiáceos, se crea otro tipo de dependencia muy similar a la relación de apego entre una madre y su bebé.

Teniendo en cuenta que la lactancia es necesaria para la supervivencia de los mamíferos, no sorprende advertir que existe un sistema interno de recompensa que anima a la madre a dar el pecho. Cuando una madre amamanta, en veinte minutos alcanza el nivel máximo de endorfinas; así, al bebé le ha recompensado la crianza desde que la leche humana contiene endorfinas. Éste es el motivo por el que algunos bebés se muestran como “elevados” después de mamar.

«Durante el acto sexual se liberan niveles altos de endomorfinas, por lo que para la personas que padecen de migraña, las relaciones sexuales se convierten en un remedio natural contra ese dolor de cabeza»

Nuestros conocimientos acerca de las endorfinas es aún muy reciente. Hace sólo 20 años, Pert y Snyder publicaron un artículo histórico en la revista Science donde revelaban la existencia de células sensibles a la recepción de opiáceos en el tejido nervioso de los mamíferos. Entonces, si el sistema nervioso humano contiene células sensibles a los opiáceos, podríamos pensar que el cuerpo humano es capaz de producir alguna sustancia o sustancias muy similares a las que segrega el opio (5). En cuanto se entiendan por completo estos datos científicos publicados, dispondremos de una nueva base de la que partir a la hora de afrontar temas como la relación entre el placer y el dolor, el comportamiento masoquista y sádico, la filosofía del sufrimiento, el éxtasis religioso y los sustitutos de la satisfacción sexual, por citar sólo unos pocos temas a modo de ejemplo.

«Durante el parto y nacimiento, el bebé libera sus propias endorfinas, de lo que se deduce que, en la hora siguiente al nacimiento, tenemos a una madre y a un bebé impregnados de opiáceos»

Tanto la oxitocina, hormona del amor, como las endorfinas, hormona del placer, forman parte de un complejo equilibrio hormonal. Pongamos como ejemplo un caso de liberación de oxitocina de modo repentino. De acuerdo a un equilibrio hormonal, podemos dirigir la necesidad de amar en direcciones diferentes. En el caso de una madre con niveles altos de prolactina, ésta, en su trato con el bebé, tiende a concentrar su capacidad de amar hacia su bebé. Cuando los niveles de prolactina son bajos, como ocurre normalmente en los casos de madres que no dan el pecho, el amor es dirigido entonces hacia una pareja sexual, y es que la hormona necesaria para la secreción de la leche materna, la prolactina, disminuye el deseo sexual. Cuando un hombre tiene un tumor por el que segrega prolactina, el primer síntoma es la impotencia sexual. Los fármacos “antiprolactina” pueden ser inductores de sueños eróticos.

Es bien conocido el hecho de que, entre muchas especies de mamíferos, la madre que amamanta no es receptiva al macho. Es más, en muchas sociedades tribales, hacer el amor y amamantar son actos considerados incompatibles. Podemos decir que desde el advenimiento del modelo grecorromano de monogamia estricta viene dándose una cierta tendencia a reducir dar el pecho por medio de esclavas, nodrizas, leches animales o preparados lácteos.

Existen hormonas que inhiben ciertos episodios de la vida sexual, hormonas de la familia de la adrenalina que son liberadas cuando los mamíferos tienen miedo o sienten frío. Este tipo de hormonas, denominadas “de emergencia”, son las que nos proveen de la energía necesaria para protegernos en caso de lucha o de huida. En el caso de una hembra mamífero amenazada por un depredador potencial cuando ésta se encuentra pariendo, este tipo de adrenalina permite a la madre posponer el proceso del nacimiento, parándolo y retrasando ese momento con el fin de impulsar a la madre a lucha o huir del peligro. Es bien sabido por los ganaderos que es imposible ordeñar a una vaca asustada.

Ahora bien, los efectos de la adrenalina durante el proceso del nacimiento prueban ser más complejos en este caso. Ambos, la madre y el bebé, experimentan picos de adrenalina durante las ultimísimas contracciones que preceden al nacimiento. Con ello se permite y facilita a la madre estar alerta cuando nace el bebé; además, para los mamíferos supone una ventaja añadida, ya que liberan energía suficiente para proteger al recién nacido. Otro de los efectos derivados de tal cantidad de adrenalina disponible en el organismo del feto es que, igualmente, éste entra en el nacimiento en estado de alerta, con los ojos bien abiertos y las pupilas dilatadas, de ahí la fascinación de las madres por la mirada de sus criaturas recién nacidas. Aparentemente, este contacto visual representa para los humanos una piedra de toque fundamental en el comienzo de la relación madre-bebé. Hemos de destacar en este punto que las hormonas de la familia de la adrenalina, tan generalmente relacionadas con la agresión, cumplen un rol muy específico en la interacción madre-bebé durante la hora siguiente al nacimiento.

En los seres humanos, el principal órgano en funcionamiento durante cualquier actividad sexual es el cerebro. Las ciencias biológicas modernas ven el cerebro como una glándula primitiva que secreta hormonas, pero sólo las primitivas estructuras del cerebro y las que rodean al hipotálamo –aquéllas que compartimos hasta con los mamíferos más primitivos– están activas durante la relación, el nacimiento y la lactancia. Los humanos tenemos un neocórtex –estructura cerebral recientemente descubierta– que alberga al intelecto sobre y alrededor de la estructura cerebral primitiva. Cuando este cerebro racional es sobreestimulado, tiende a inhibir la acción del cerebro primitivo. Durante el proceso del nacimiento, hay una etapa en la que a la mujer de parto le da la sensación de estar en otro planeta; para llegar a ese “otro planeta”, ha tenido que cambiar su nivel de conciencia reduciendo la actividad del neocórtex. Y al contrario, durante el proceso del nacimiento y cualquier experiencia sexual, una estimulación del neocórtex tiene un efecto inhibitorio: una conversación lógica, sentirse observada, luces fuertes, etc. Hay pocas parejas que puedan hacer el amor si se sienten observadas o si sus neocórtex se encuentran estimulados por luces fuertes o pensamientos lógicos.

«Durante el proceso del nacimiento, hay una etapa en la que a la mujer de parto le da la sensación de estar en otro planeta; para llegar a ese “otro planeta”, ha tenido que cambiar su nivel de conciencia reduciendo la actividad del neocórtex»

Tratar la sexualidad como un todo supone tener en cuenta muchas implicaciones. En las sociedades en las que la sexualidad genital está muy reprimida, las mujeres tienen una menor probabilidad de tener partos más fáciles, y a la inversa, la rutina hipercontroladora del proceso del nacimiento probablemente influye en otros aspectos de nuestra vida sexual.

Es necesario un completo trabajo para estudiar estas correlaciones, las cuales están basadas en muchos textos antropológicos de la muy reciente y moderna etnología, como el trabajo de Malinowski The Sexual Life of Savages (7) y los estudios de Margaret Mead. Nos encontramos con las mismas correlaciones cuando comparamos las últimas estadísticas relacionadas con el nacimiento del s. XX en los países de Europa: los nacimientos son más fáciles en Suecia que en Italia.

Por supuesto, amor y sexualidad no son sinónimos. Nadie puede definir el amor, ni nadie puede analizar con precisión los distintos tipos de amor. La última forma de amor entre los humanos debería de ser el amor a la Naturaleza, un gran respeto hacia la Madre Tierra. Durante la primera hora que sigue al nacimiento, el primer contacto del bebé con su madre es un período crítico en el desarrollo de la capacidad de respeto a la Naturaleza. Debe de existir algo en común entre la relación con la madre y la relación con la Madre Tierra. Debe de haber algunas, muy pocas, culturas en la que no exista excusa alguna para interferir en el primer contacto entre la madre y el bebé. En estas culturas, la necesidad de dar a luz en la intimidad siempre se ha respetado, culturas que se han desarrollado en sitios donde los humanos tenían que vivir sus vidas en armonía con el ecosistema, donde resultaba una ventaja desarrollar y mantener el respeto hacia la Madre Tierra.

Cuando el proceso del nacimiento se vea como un período de suma importancia en el desarrollo de la capacidad de amar, ocurrirá la revolución en nuestra visión de la violencia.


Michel Odent
Extraído de “La vida fetal, el nacimiento y el futuro de la humanidad”. Ed. Obstare

1. Carmichael, M.S., Humber, R., et al., (1987): Plasma oxytocin increases in the human sexual response. J. Clin. Endocrinol. Metab. 64: 27.

2. Egli, G.E., Newton, M. (1961): Transport of carbon particles in human female reproductive tract. Fertility and Sterility, 12: 151-155.

3. Mead, M. (1948): Male and Female. New York, William Morrow and Co.

4. Reich, W. (1968): The Function of Orgasm. London: Panther Books.

5. Pert, C.B. and Snyder, S.H. (1973): Opiate receptor: A demonstration in nervous tissue. Science 179: 1011-1014.

6. Odent, M. (1987): The foetus ejection reflex. Birth 14:104-105. See also Odent, M. (1991). Fear of death during labour. J.of Reproductive and Infant Psychology, 9:43-47.

7. Malinowski, B. (1919): The Sexual Life of Savages. New York, Harvest Books.

Resulta irónico que los mamíferos no humanos, cuyo neocórtex no está tan desarrollado como el nuestro, cuenten con una estrategia para dar a luz en privado. La sensación de seguridad es un requisito previo para mantener el estado de privacidad. Para uno sentirse seguro, antes debe de sentirse protegido. Recordemos que las primeras comadronas eran normalmente las madres de las mujeres que estaban dando a luz. Otras comadronas que sustituían a la figura materna debían ser, sobre todo, personas protectoras.

Parir en casa es igual de seguro que en el hospital si hay asistencia médica

El riesgo de mortalidad de un bebé al ser alumbrado es prácticamente idéntico ya se produzca en el hospital o en el domicilio particular si se trata de un parto de bajo riesgo, es decir de un embarazo a término (de 37 a 42 semanas) con un único feto y asistencia de una matrona o personal sanitario.

Así lo concluye un estudio pionero en España a partir de los datos del registro de partos del Instituto Nacional de Estadística (INE) entre 1995 y 2009, que arroja que en ese periodo hubo en el conjunto del país 14.614 alumbramientos de bajo riesgo en domicilios y 4.716.956 en hospitales.

El informe, cuyos resultados han sido facilitados a Efe, revela que en esos 15 años hubo 23 muertes del recién nacido en casa durante las primeras 24 horas de vida, lo que arroja una media de 1,57 por cada mil bebés, mientras que de los alumbrados en el hospital se contabilizaron 7.548 decesos, con una tasa mínimamente superior, de 1,60 por mil.

El trabajo científico ha sido desarrollado por el sociólogo de la Universidad de Alicante Raúl Ruiz Callado y el antropólogo Fidel Romero Salord y la ginecóloga Alicia Fontanillo Garrote, estos últimos del equipo multidisciplinar EDUCER, dedicado a la atención en el nacimiento y crianza, y las conclusiones han sido publicadas en la revista digital "Enfermería Comunitaria".

En declaraciones a Efe, Romero Salord ha considerado que estos resultados científicos "rompen el prejuicio del imaginario colectivo de que, a priori, el escenario más seguro para parir es un hospital".

Para el antropólogo, en partos de bajo riesgo las viviendas habituales "funcionan igual de bien" que los paritorios hospitalarios pese a que cuentan con menos medios, siempre que se de la circunstancia de que la mujer se sienta más segura.

Este entorno familiar propicia la sensación de intimidad necesaria y facilita la liberación de la oxitocina, necesaria para el alumbramiento, mientras que un escenario "más frío" como el hospital puede provocar más estrés, y en estos casos se dificulta la secreción de la referida hormona.

"Lo mejor es que cada mujer pueda escoger el lugar donde se perciba más segura, que es lo que facilitará un mejor parto", ha incidido el antropólogo.

Las conclusiones de este trabajo coinciden con otros recientes efectuados en países desarrollados, como Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y Holanda, y refleja que las únicas diferencias en mortalidad perinatal se explica en la falta de presencia de un sanitario.

Una de las "lagunas" del estudio de los microdatos del INE es que no discrimina el motivo del parto en el domicilio, por lo que no aclara qué porcentaje de estos alumbramientos se deben a una planificación previa de la madre y cuántos fueron improvisados, aunque en todos lo casos hay presencia de una matrona o de asistencia sanitaria.

Ruiz Callado ha incidido a Efe que el estudio trata de aportar una visión científica de lo que ocurre en España en un contexto de continuo debate acerca de los beneficios y perjuicios del parto en el domicilio propio.

Aunque aún no hay estudios profundos, se piensa que el perfil de las mujeres que planifican el alumbramiento en casa se corresponde con un nivel cultural y económico medio o alto y en entornos urbanos, a lo que se une que suele ser a partir del segundo o tercer parto y a una edad no demasiado joven.

Fuente: http://www.abc.es/agencias/noticia.asp?noticia=1294974

Desconozco la autoría de la foto... me resulta de exquisita belleza, si su autor@ se siente molest@ no tiene más que indicarmelo para que la retire.

El cervix o cuello del útero. Su función en el parto

¿Qué es? ¿Dónde está?


La mayoría de las mujeres no tienen ni idea de qué es el cuello del útero (cérvix), dónde está, su función o tan siquiera su apariencia. El cérvix está aquí:











Y así es como se ve desde abajo, parecido a un glande:


La primera vez que oí sobre anatomía reproductiva básica estaba embarazada de mi primer hijo, y lo único que realmente aprendí sobre el cérvix es que está en la parte inferior de mi útero (me lo imaginaba como la apertura de un globo y mi útero era el globo que se iba a expander), y que se tenía que dilatar de 0 a 10 centímetros en el parto. También tenía que hacerse menos espeso (borrarse) y pasar de una consistencia parecida a la punta de mi nariz a la de la capa de piel que hay entre los dedos índice y pulgar, como derritiéndose. Y que durante el parto era necesario que comprobaran regularmente el cuello uterino para comprobar que la dilatación progresaba.

Pero eso fue todo. Fue en mi formación como educadora prenatal y doula cuando descubrí más cosas sobre el cérvix. Cosas que cambiaron para siempre mi enfoque del acompañamiento a mujeres durante el parto.

Mito sobre el cérvix número 1 : 10 es el número mágico.

No, no lo es. ¿Sabías que se puede dilatar más de 10 centímetros? ¿Qué? ¿Ahora todas tenemos que dilatar tanto? Suena espeluznante! Es espeluznante ¿verdad?

En realidad no. Al menos no más espeluznante que dilatar hasta 10. Dilaté bastante más de 10 centímetros en mi último parto, y la cabeza de mi bebé midió 14,75 cm. Eso es, dilaté hasta casi los 15 cm. Y además sobreviví. Y además no me dolió más que en mis otros partos en los que dilaté sólo 10. Así que, sólo porque estés dilatada de 10 centímetros no significa necesariamente que estés preparada para empujar. Si no sientes el impulso de empujar a los 10 cm y se te ordena que lo hagas, forzarás el cérvix a abrirse “en contra de su voluntad” y resultará dañado. Si tienes una epidural previa y no sientes este impulso, el riesgo de daños es todavía mayor.

Mito sobre el cérvix número 2. El cuello del útero dilata en una forma perfecta de círculo.

El cuello uterino no dilata como un círculo como se dibuja en las imágenes que enseñan la dilatación. En realidad se abre como la elipse dibujada más abajo.





Source: MidwifeThinking.com  “Se abre desde atrás hacia delante como una elipse. La apertura se encuentra enclavada en la parte trasera de la vagina y durante el inicio de la dilatación se abre hacia delante. En algún punto del proceso casi todas las mujeres tienen un reborde anterior (que significa que la parte superior del cérvix no está totalmente dilatado) porque es la última parte que sube sobre la cabeza del bebé. Que este reborde se detecte o no depende de si se realiza o cuando se realice un tacto vaginal. Un borde posterior es muy extraño porque esa parte del cérvix desaparece antes, o porque es difícil alcanzarla con los dedos.

Mito sobre el cérvix número 3. Los tactos vaginales no dañan el cérvix ni dificultan la dilatación.

La matrona Carla Hartley en Ancient Art Midwifery lo explica así:

“El cérvix no debería ser tocado, se produce una respuesta inflamatoria al material extraño (los guantes) y a la presión, y una respuesta hormonal. Al cuerpo puede resultarle confuso que, mientras intenta vaciar el útero, se de una interferencia desde el cuello del útero al ser tocado y manipulado de una manera extraña para él. LOS TACTOS VAGINALES NO SON FISIOLÓGICOS Y SUPONEN UNA INTERRUPCIÓN AL PROCESO NATURAL DEL PARTO.

Y sobre pujar… NO LO HAGAS… tu cuerpo sabe como expulsar un bebé sin tu ayuda, es un reflejo. Ni siquiera esperes tener ganas, sólo espera una sensación de tu cuerpo tomando el control absolutamente, sacando al bebé como está DISEÑADO para hacer.

Habló mucho sobre el abuso verbal y digital en el parto, y los tactos vaginales son un ejemplo de abuso digital.

Las matronas (y los obstetras y enfermeras) que piensan que los tactos vaginales son buenos o necesarios no tienen la formación suficiente o no están actualizados con los conocimientos científicos que prueban que el parto es más seguro si se deja tranquilo sin intervenir. La manera más segura de actuar una matrona es con las manos fuera y la boca cerrada.”

Mito sobre el cérvis número 4. Tu cuello uterino es diferente y está aislado de otras partes del cuerpo.

Ina May Gaskin, la madre de la matronería moderna ha acuñado un término llamado “la ley del esfínter”. Esta ley declara:

Los esfínteres (incluyendo el anal, cervical y vaginal) son los responsables de traer a tu bebé al mundo. Si los esfínteres están apretados, el parto no progresará y habrá más dolor.

¿Qué es exáctamente la ley del esfínter de Ina May?

1. El esfínter anal, el cervical (el cuello del útero) y el vaginal funcionan mejor en una atmósfera de intimidad y privacidad. Por ejemplo, un baño con pestillo o un dormitorio donde las interrupciones son improbables o imposibles.

2. Estos esfínteres no se pueden abrir a la fuerza ni responden bien a órdenes de pujar o relajar.

3. Cuando el esfínter está en proceso de apertura, se puede cerrar repentinamente si la persona se enfada, asusta, es humillada o consciente de sí misma. ¿Por qué? Los niveles altos de adrenalina en el torrente sanguíneo no favorecen (y muchas veces impiden) la apertura de esfínteres. Estos factores inhibidores son una razón importante por la cual las mujeres en las sociedades tradicionales normalmente escogen otras mujeres, excepto en circunstancias extraordinarias, para acuompañarlas y atenderlas durante la dilatación y el parto.

4. El estado de relajación de la boca y la mandíbula está directamente relacionado a la habilidad del cérvix, la vagina y el ano para abrirse completamente.

Insisto, y en otras palabras:

Boca abierta = Cérvix abierto

Garganta abierta = Vagina abierta

Es casi imposible parir con eficacia con los labios apretados y la garganta cerrada. Puedes intentarlo ahora mismo… cuando relajas la mandíbula, abres la boca y la garganta, las nalgas se relajan automáticamente y te undes en la silla. Ina May habla de los beneficios de los besos, y de mantener la boca y los labios sueltos y abiertos. Besar también provoca la segregación de oxitocina y otras hormonas del amor que elevan la tolerancia al dolor y aceleran el parto.


Emociones desde el útero

El modo en que el bebé se desarrolla en el vientre marcará su vida. Se sabía que el alcohol, el tabaco y una mala alimentación incidían negativamente; ahora la ciencia ha ido más allá y ha descubierto que las emociones de la madre durante el embarazo también desempeñan un papel esencial.
Cristina Saez

Jorge no deja de llorar. Sus padres, primerizos, están desesperados. Y muy nerviosos. Lo han probado todo. O al menos todo lo que se les ocurre: que si cogerlo, abrazarlo, intentar darle de mamar. La enfermera entra en la habitación del hospital en que están y trata de tranquilizarlos: “Está todo bien. Hay niños más inquietos que otros”, les dice. Pero eso no acalla al pequeño.
El embarazo de Marta, la mamá de Jorge, tampoco ha sido fácil. Al poco de quedarse en estado, se enteró de que su empresa estaba a punto de cerrar e iba a quedarse sin trabajo. Así que se ha pasado los nueve meses en reuniones sindicales, negociaciones y haciendo números en casa. A veces, le entraban ataques de ansiedad e incluso le costaba respirar.

Se sabe que el desarrollo del feto depende, en buena medida, del bienestar de la madre. De si esta practica algo de deporte, sigue una buena alimentación, no toma drogas ni alcohol. Pero, ¿y qué hay de las emociones? ¿Afectan los sentimientos de la madre al niño? Durante mucho tiempo se creyó que no, que el feto ni sentía ni padecía en el útero de su madre, felizmente protegido por la placenta. No obstante, numerosos estudios científicos realizados en las últimas décadas están poniendo de manifiesto que el estado emocional de la madre durante la gestación va a afectar la salud mental del bebé a largo plazo. Que una madre depresiva, ansiosa o estresada puede influir en el coeficiente intelectual de su hijo y predisponerlo para que tenga más riesgos de padecer problemas tales como la hiperactividad o el síndrome de déficit de atención.

Tomando conciencia

A lo largo del embarazo, el cuerpo de la mujer experimenta cambios equiparables a los de la adolescencia con la diferencia de que se producen en meses. Tras la concepción, los órganos de la madre emigran a otras regiones, se amontonan unos contra otros para dejar espacio al cigoto, que se desarrolla a velocidad de vértigo con una serie de mecanismos de diferenciación y proliferación celular, y se transforma en un organismo complejo, con tejidos altamente especializados: el bebé.

También aparecen cambios emocionales traducidos en variaciones bioquímicas, ya que las emociones se asocian a la segregación de hormonas particulares. Y aunque no se puede demostrar al ciento por ciento, existen numerosos y potentes indicios de que el desarrollo del bebé en el útero de la madre va a determinar la vida que tendrá de adulto. Y en esto se ha visto que influye la alimentación de la madre, o su estado físico, y también, su salud emocional. “Existen muchos reclamos comerciales que te dicen que el embarazo es una época muy bonita, pero desde un punto de vista estético. Sin embargo, no se hace hincapié en lo humano”, considera Anna Maria Morales, consultora certificada en lactancia y miembro fundador del centro de salud familiar Marenostrum (MareNostrumCsf.com/) en Barcelona.

“Se empuja a la gente a comprar cosas para el embarazo para estar guapas, para cuidar el cuerpo, pero se informa muy poco acerca de cómo conectar corporal y emocionalmente con el bebé, con la idea de que tienen un niño creciendo dentro y de que sus emociones van a influir en su desarrollo”, prosigue Morales, que es doula, es decir, mujeres que acompañan a otras mujeres durante el embarazo, su labor es dar soporte físico y emocional durante el parto y el puerperio.

“Durante los nueves meses de gestación, la mujer pasa por una serie de controles médicos, pero nadie le pregunta cómo está a nivel emocional o qué tal está con su pareja”, se queja Sara Jort, terapeuta Gestalt especializada en psicología perinatal. Sigmund Freud fue el primero en percatarse de la importancia de los sentimientos de las madres; se dio cuenta de que las primeras etapas de la maternidad tenían efectos a largo plazo en la psicología del niño. Y que la educación emocional de los hijos no empezaba cuando estos nacían, sino en el útero.

Hace medio siglo, se comenzaron a realizar estudios con ratas y monos para comprobar si el hecho de que las madres estuvieran altamente estresadas tenía efectos en el desarrollo de las crías. Cuatro décadas después, un equipo de investigadores del Imperial College de Londres, liderado por la psicobióloga Vivette Glover, empezó a indagar sobre la importancia de las emociones en el embarazo. Para ello, llevaron a cabo un estudio con 14.000 mujeres embarazadas. Las monitorizaron durante toda la gestación; se midió su nivel de ansiedad, de estrés y luego, se estudió durante años a los niños que nacieron. Vieron que el 15% de los hijos de las madres más estresadas y ansiosas tenían el doble de riesgo de padecer déficits de atención e hiperactividad. Además, estos niños eran más proclives a ser ansiosos y a tener problemas de conducta. Más adelante, realizaron nuevas investigaciones, esta vez con grupos más reducidos de mujeres, y corroboraron que si la madre está estresada durante el embarazo, su hijo tiene más tendencia a padecer ansiedad. Y esa tendencia es independiente de la las experiencias que tenga el crío al nacer o de las emociones que comparta con su madre después.

Educación emocional desde el útero

¿Los fetos sienten dentro del útero de la madre? Si entendemos por sentir, sentimientos tales como la tristeza, la alegría, la soledad, el miedo, no. Tal como señala el profesor de psicología de la emoción y la motivación de la UNED, Enrique García Fernández-Abascal, el feto carece de la maduración neurológica para tener las emociones que tiene un adulto. “Se requieren al menos tres meses después de nacer para que se desarrollen los tubos neurales necesarios para las emociones”, señala. Sin embargo, lo que sí tienen los fetos son sensaciones. Así, sienten bienestar, placer, saciedad, alarma, sobresalto…

El feto, de alguna manera, percibe las emociones de la madre. Y eso es muy positivo puesto que le da al bebé un abanico de experiencias sensoriales necesarias para enfrentarse a la vida, desde la alegría, hasta la rabia o la tristeza. “Las emociones de la madre son un gran regulador de la fisiología de ella y del bebé. Las que son positivas, por ejemplo, generan una atenuación del sistema cardiovascular y una activación y refuerzo del sistema inmune. Es decir, que cuanto más alegres estamos, más vacunados, de alguna manera, estaremos contra el catarro –comenta Enrique García–. En cambio, cuando nos embargan las emociones negativas, segregamos hormonas tóxicas, el corazón se nos acelera y se deprime el sistema inmune, lo que nos deja más vulnerables ante las enfermedades”.

De ahí que sea esencial que la madre establezca vínculos con el niño desde el primer momento de la concepción. Con un gesto tan habitual en las embarazadas como tocarse la barriga, acariciarse, el feto recibe una experiencia positiva sensorial; conecta con la madre y se produce una respuesta bioquímica de placer, que se traduce en la segregación de hormonas que ayudan a establecer ese vínculo entre ambos.

“Eso no quiere decir que la madre tenga que pasar por el embarazo sin sentir o sintiendo sólo cosas positivas. Hay que sentir felicidad pero también estrés, todo en su justa medida, porque ambas son necesarias. El problema radica en cuando las negativas se cronifican –señala Enrique García, experto en psicología perinatal–. No es malo que la madre se enfade, pero sí que lo esté todo el día, todos los días. La educación emocional del niño empieza en el útero”.

Protección emocional

La placenta funciona como una especie de envoltura protectora. No obstante, estados de emociones negativas continuados pueden afectar su función, sobre todo el estrés. Cuando la madre se encuentra en una situación estresante, se produce en su organismo una cascada bioquímica. Todo empieza en el hipotálamo, que produce una hormona llamada CRH, factor de liberación de corticotropina; ésta le manda a la pituitaria que, a su vez, produce otra hormona, la ACTH o adrenocorticotropa, que ordena a las glándulas suprarrenales que segreguen cortisol. Éste hace que se libere glucosa en sangre, que va hacia los músculos, los dota de energía y los prepara por si es necesario salir pitando o pelear. En realidad, la aparición del estrés es el resultado de una estrategia evolutiva necesaria para enfrentarnos a los peligros de la vida. Si no se liberaran en nuestro organismo todas estas hormonas que nos ponen en alerta, seguramente nos hubiéramos extinguido hace mucho tiempo, quizás devorados por algún animal.

Una vez acaba la situación que producía estrés, el cuerpo recupera los niveles hormonales habituales y el organismo vuelve a su estado normal. La placenta actúa como filtro e impide que el cortisol, que es tóxico, llegue al feto. No obstante, cuando los niveles de esta hormona en la madre son muy elevados, consiguen atravesar esta barrera y disparan la respuesta de alerta en el feto. Puede que también sea una herramienta con que nos ha dotado la evolución para prepararnos para enfrentarnos al mundo exterior con que vamos a tener que lidiar. De manera que si el estrés aparece en momentos concretos, es beneficioso. Sin embargo, cuando las situaciones de estrés son prolongadas, aparecen los problemas de manera más marcada. Si la madre está sumamente estresada, el bebé recibe el mensaje de que deberá hacer frente a un entorno peligroso. Eso los hace mucho más prontos a reaccionar; suelen ser niños más susceptibles a llorar, a estresarse, a sentir ansiedad.

Asimismo, tal y como el equipo de neurocientíficos del Imperial College de Londres ha comprobado, existen indicios de que niveles altos de cortisol afectan al desarrollo cerebral del bebé durante todo el embarazo. Durante los primeros meses, que es cuando las células cerebrales se mueven hasta hallar su ubicación definitiva, se cree que el cortisol puede llegar a afectar ese movimiento. Si los ataques de ansiedad y estrés suceden en los últimos meses de gestación, se eleva el riesgo de que el niño padezca síndrome de déficit de atención o hiperactividad.

Es más, al parecer, la ansiedad de la madre hace que se reduzca el flujo sanguíneo que le llega al feto, por lo que éste dispone de menos nutrientes para formarse; Vivette Glover afirma que, además, cuanto más alto es el nivel de cortisol en el líquido amniótico que rodea al niño en la placenta, más bajo es luego el coeficiente intelectual del bebé. “Niveles altos de cortisol afectan a cerebro y al aprendizaje”, sentencia esta psicobióloga.

Así pues, podemos ayudar a los niños y futuros adultos teniendo en cuenta la salud emocional de sus madres cuando están embarazadas. Si las podemos ayudar a sentirse menos estresadas, ansiosas o deprimidas, estamos reduciendo el riesgo de que los futuros niños padezcan problemas como síndrome de déficit de atención, dificultades de aprendizaje o hiperactividad. Que, además, indica Glover, son factores de riesgo que pueden convertirse en potenciales problemas de comportamiento. A nivel social, lamenta Sara Jort, psicoterapeuta Gestalt experta en perinatal, el periodo prenatal no está bien protegido por la sociedad, que desconoce la importancia que tiene tanto para la madre como para el recién nacido. “Debería haber políticas que regularan el cuidado de la gestación y los primeros meses de maternidad”, considera Jort. Se trata de prevenir para evitar que los niños tengan trastornos cognitivos, sí, pero sobre todo para conseguir una sociedad más feliz.


El gasto sanitario se reduce un 60% en epidural y un 30% en analgásicos con la presencia de doulas en los partos

La organizadora I Jornadas de Familia, Crianza y Educación y Doula Las Palmas, Carolina Cerro, afirmó que la presencia de la doula puede suponer un ahorro en epidural en los centros hospitalarios de un 60% y de un 30% en el empleo de analgésicos para las madres, según se recoge en estudios al respecto.
La organización de la cita explicó que el papel de la Doula es precisamente uno de los ejes del encuentro, que tiene como finalidad de fomentar la excelencia en el mejor conocimiento de padres y madres sobre la configuración de la familia.
El evento se celebrará el 10 y 11 de noviembre en el Edificio de Humanidades de la ULPGC, en el que colabora el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. La figura de la doula está cada vez más extendida en Occidente.
Por su parte, en el embarazo, la figura de la doula acompaña a llevar un embarazo sano, conectar a los padres con el bebé, canalizar miedos, trabajar la confianza, elaborar un plan de parto y ayudar a que la pareja se sienta partícipe y protagonista desde el embarazo. Otra de las bondades de este sistema de acompañamiento es velar por la intimidad de la madre.
Una doula, por lo general, permanece al lado de la madre desde el primer momento, dos o tres horas al día. Da apoyo logístico, respaldo en la lactancia, la subida de la leche, conteniendo y valorando emociones y apoyando a la familia.

Fuente: www.diariodeavisos.com